El consumo y la venta de sustancias impactan con fuerza en las infancias

Los niños y niñas que viven en entornos cercanos a las drogas pueden presentar síntomas. Las maestras, preocupadas por el creciente deterioro social que impacta en el desarrollo infantil.

“En los barrios en donde funcionan las ‘cocinas’ (de drogas), los estudiantes vienen mal dormidos porque el negocio funciona a toda hora, su ropa tiene olor y se puede observar cierta somnolencia. Sus familias son habitantes golondrina del barrio, ya que van y vienen de los lugares escapando o mudando el negocio. Es la forma de subsistir, según cuentan mujeres y hombres del barrio”. explica Carla, maestra jardinera en un barrio marginal de Córdoba donde se fraccionan y comercializan sustancias ilegales.

El impacto de las drogas en las infancias es un tema de larga data, que se ha profundizado, y que preocupa en las escuelas según admite un grupo numeroso de docentes, que acordó hablar con La Voz bajo el resguardo de su identidad.

Y cuenta que un alumno de 9 años llevó a la escuela una bolsita de marihuana, para venderla a 200 pesos y comprarse un rifle recortado.

La docente asegura que la situación de las infancias es demasiado compleja. “Los niños no tienen la autoconfianza estimulada, se tiran abajo por las condiciones que padecen a nivel familiar; no tienen zapatillas; hay descuido de las madres que no cuidan. Vienen sin higiene, son discriminados por suciedad y vienen con olor porque sus padres viven acostados o idos. Los chicos faltan, venden y consumen a la vez. Están muy impregnados de lo que ven; todos los días nos enteramos de allanamientos”, apunta la directora.

En el interior provincial, la situación se repite. Cecilia, maestra en un jardín del valle de Punilla y colaboradora en una parroquia, relata que tener una “cocina” en casa supone un ingreso monetario cada vez más habitual y que se produce un dilema ético porque ese se convierte en el modo de subsistencia que a la vez los enferma. “En esos espacios las infancias sufren desprotección pero también la contaminación del aire que respiran”, dice. “Los allanamientos a las viviendas de quienes se dedican al narcomenudeo dejan a los niños y niñas en una situación de miedo y desconcierto muy fuerte. Lo que los chicos cuentan después de que se llevan a sus padres o parientes es terrible”, asegura. “Las infancias están atrapadas, violentadas, vulneradas. Los procedimientos policiales violentos dejan huellas en las niñeces”, se lamenta la docente.

INASISTENCIAS

“Las familias y los jóvenes consumen desde muy chicos; por lo tanto se embarazan y sus hijos quedan a la deriva. Por lo general, se hacen cargo los abuelos sin comprender las razones por las cuales sus hijos tienen consumo problemático de sustancias. Las madres y los padres reinciden de forma permanente, algunos los internan, se escapan de los internados y los niños y niñas quedan sin rumbo. Es una problemática social, donde los jóvenes también son víctimas y por eso caen en el consumo”, explica Ana, docente del nivel inicial y voluntaria en una ONG en la zona de barrio Acosta, Renacimiento, Colonia Lola y 1° de Mayo.

“Observamos que muchísimas familias de esta zona se mantienen porque guardan o porque transportan diferentes tipos de drogas. ¿Qué se observa en el nivel inicial? Que los niños no asisten regularmente, que los padres no pueden hacerse cargo de lo que el sistema educativo formal demanda, como traer determinados materiales, acompañar, respetar los horarios. Las abuelas van haciendo lo que pueden: tienen que hacerse cargo de sus hijos que consumen y de sus nietos”, explica Ana.

Silvana, también maestra de jardín en zona sur -barrio Brigadier San Martín, ex Corral de Palos- asegura que no ve niños y niñas con secuelas directas por vivir en ambientes donde se fracciona o circulan sustancias. Sin embargo, advierte un creciente deterioro social, gran cantidad de situaciones de violencia y un corrimiento del Estado.

Desde el Colectivo de Educación Inicial Córdoba, en tanto, manifestaron la necesidad de no encasillar a las infancias que viven en situaciones de pobreza, ubicándolos en el lugar de “los problemáticos”. “No creemos que sea bueno hacer un abordaje fragmentado de este tema que existe y es muy doloroso; porque se puede terminar sosteniendo que la desprotección de las infancias es sólo porque sus familias no pueden y no saben cuidar porque son pobres y se drogan; el tema es mucho más complejo y multicausal”, indicaron. Agregaron que muchas veces las infancias y sus familias “son víctimas de la desprotección transversal de un sistema injusto de producción de desigualdades y del juego perverso entre el narco, la política, la policía y grupos organizados del delito”.

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