El encuentro cara a cara con las drogas que cambió la vida de un obispo fallecido por COVID

Monseñor José Melitón Chávez, obispo de la Santísima Concepción, en la provincia de Tucumán, se convirtió en el tercero fallecido víctima del COVID en Argentina. Sucedió luego de estar internado en grave estado desde finales de abril. Esto unos 8 meses después de haber sufrido por primera vez la enfermedad. Tenía 63 años.

Cercano con los fieles y sus cruces y en permanente salida, uno de los motivos por los que será recordado monseñor Chávez es su firme compromiso para sembrar esperanza entre quienes sufren adicciones, particularmente a las drogas. Esto tanto en Tucumán, su arquidiócesis natal en la que había llegado a conducir el seminario y acompañaba al ahora cardenal Luis Villalba, como en Añatuya, la diócesis más pobre del país de la que fue obispo. Y Concepción, a la que había arribado como obispo coadjutor en 2019, y había asumido como titular en marzo del año pasado.

Hizo frente al narcotráfico de manera directa en más de una ocasión, pero sin perder nunca la cercanía con la vulnerabilidad del adicto y su compromiso directo con ayudarlo a salir del flagelo.

Un doloroso encuentro con las drogas

En una ocasión, relató cómo un encuentro con una joven madre que entregaba drogas a un niño lo transformó y lo motivó a iniciar un nuevo camino entre los pobres de uno de los barrios más carenciados de Tucumán, La Costanera. Por esos días, el barrio era descrito en la prensa como “La Ciudad del Paco”, en la que los jóvenes robaban todo a sus padres, y a sus vecinos, para satisfacer una adicción que deterioraba casi por completo su salud.

En un relato que se publica en el portal de la Familia Grande Hogar de Cristo monseñor Chávez recordaba que, inicialmente, cuando en marzo de 2009 había empezado a concurrir a la atención pastoral de la capilla de La Costanera buscaban evitar involucrarse en los problemas sociales. Pero él mismo advirtió en su reflexión la complejidad de ese abordaje, “como si tal desvinculación fuese posible”. Y así completaba el crudo relato:

“Las cosas siguieron así hasta que un día vi a una chica de un poco más de 20 años proporcionándole droga a un chico de alrededor de 12 años. Entonces la llamé y vino. Nos sentamos en el umbral de la capilla. Me contó su historia y su forma de vida: dos hijos, uno internado y el otro en las manos de su mamá. Ella había perdido las esperanzas. La animé y le ofrecí ayuda. Mientras hablábamos, tomó confianza; sacó una dosis de paco y la puso en la pipa; la encendió y se puso a fumar. Yo estaba al lado de ella y ella estaba drogándose. Ese día me sentí llamado por Jesús a no mirar para otro lado; a hacerme cargo y a no dejar sola a esa gente con su tragedia. Ahí comenzó el camino de acompañamiento de los chicos y familias de la Costanera”.

Santuario de esperanza

Aunando esfuerzos con distintas congregaciones religiosas, desde la diócesis, el entonces padre Chávez fue acompañando distintos proyectos que fueron sembrando esperanza en las víctimas, particularmente los grupos “Esperanza Viva” en las parroquias, “una posición más cercana, incisiva y capilar de la misericordia de Dios en medio de esta realidad de dolor”, y una nueva Fazenda de la Esperanza, “verdadero santuario de esperanza”.

Tanto en Tucumán como luego como obispo en Añatuya monseñor Chávez estuvo cerca de las víctimas, pero también advirtió valientemente sobre la necesidad de combatir conjuntamente al mundo del narcotráfico. En 2015 decía: “Si bien es una competencia del Estado, la sociedad civil ha dejado avanzar demasiado, se ha creado como una situación de temor, de desconfianza, o como una desgracia que viene encima y nos cruzamos de brazos. No sólo son culpables los que ‘trabajan’ y hacen daño con esto, sino también aquellas personas o instituciones que pudiendo hacer algo miran para otro lado”.

Debido a la situación sanitaria en la Argentina, la más grave desde el inicio de la pandemia, no se realizará velatorio público con los restos de monseñor Chávez. Sus exequias estaban previstas en la Iglesia Catedral de Concepción, el miércoles 26 de mayo a las 16:00, con la participación de sus familiares, sacerdotes de la Diócesis y los obispos. También se había previsto transmisión en directo desde los medios digitales diocesanos.