Unos 20 curas recorren barrios periféricos para intentar salvar a los chicos de la droga

Trabajan en las villas y zonas vulnerables donde abrieron canchas de fútbol, merenderos y talleres para que los niños y jóvenes desplieguen su creatividad.
La memoria del padre Juan Viroche los acompaña y los guía. Unos 20 sacerdotes, entre curas diocesanos y de congregaciones religiosas, dejan sus parroquias todos los días para mezclarse con la gente de los barrios periféricos en busca de otros Cristos. Con la ayuda de muchos laicos, salen al rescate de niños y adolescentes a punto de ser alcanzados por la droga, y de otros que ya están entre sus fauces y necesitan una mano para poder salir. La Pastoral de las Adicciones de la Arquidiócesis de Tucumán comenzó a trabajar hace cuatro años, bajo la guía del ahora obispo de Añatuya, Melitón Chávez, de manera silenciosa y subcutánea en los barrios más humildes.

El primer fruto de esta obra fue la fundación de la Fazenda de la Esperanza, en El Cadillal, para la recuperación de jóvenes adictos. El segundo fue la creación de cuatro Hogares de Cristo, que son lugares de contención, prevención y atención de chicos y grandes en situación de vulnerabilidad social. Con el apoyo de muchos laicos la Iglesia católica sostiene casas en Yerba Buena, Congreso al 1.100, barrios La Mago y Batalla y en la zona del autódromo municipal. Están sostenidos por Cáritas, la Pastoral de Adicciones y la fundación Virgen de La Merced, y donaciones de la comunidad.

“Al principio éramos cinco sacerdotes, pero se fueron sumando y ahora somos alrededor de 20. No sólo hay curas diocesanos sino también redentoristas, salesianos, mercedarios y carmelitas”, cuenta el padre Carlos Sánchez, párroco de la basílica de La Merced, que está a cargo de la Pastoral de Adicciones. El área de acción incluye los 14 Grupos Esperanza Viva (GEV) que funcionan en las parroquias, donde se recibe a las familias y se da contención y atención a los jóvenes con problemas de consumo. En algunos casos estos chicos se recuperan en la Fazenda.

Los Hogares de Cristo están metidos en la realidad de los barrios. Están sostenidos por voluntarios que se encargan del merendero y de llevar adelante distintas actividades como apoyo escolar, deportes y arte. Muchos que habían comenzado los sábados ahora funcionan todos los días de la semana. Por ejemplo, el hogar Santísimo Sacramento del barrio Victoria comenzó con un merendero y ahora ya cuenta con talleres de arte, deportes y música tres veces a la semana. Es más, el padre Fabián Nieva proyecta transformar el humilde merendero en el club Atlético Santísimo Sacramento. Quiere ampliar la oferta a disciplinas deportivas, culturales y sociales en la misma sede del ateneo parroquial.

Todo es puro voluntariado. Sin embargo hay cargos que se necesitan cubrir, por ejemplo los de los albergues. Además este mes la fundación La Merced abrirá en la misma casa de Congreso 1.100 un centro de día para la atención de las adicciones (hasta ahora sólo funcionaba el albergue por la noche). El nuevo centro contará con un equipo de profesionales como trabajadores sociales, psicólogos, psiquiatras y médicos.

El objetivo es recibir y atender a las personas con problemas de adicciones, derivarlas a centros especializados en los casos en que sea necesario, escuchar y orientar a las familias y dar contención y ayuda integral a todo el que la pida. Para afrontrar los gastos de personal la Pastoral realizará un convenio con la Sedronar. El padre Carlos invitó a todos los que quieran sumarse a la Pastoral de Adicciones con donaciones de tiempo, dinero y talentos.
¿Qué podes dar vos?
Tiempo, dinero y talento, ¿cuál de estas tres cosas te animás a donar?
Todas las colectas de las misas de hoy y mañana de la Arquidiócesis de Tucumán serán destinadas al sostenimiento de las obras de la Pastoral de Adicciones. Desde hace cuatro años se instaló como un gesto de misericordia la costumbre de dedicar la colecta general de todas las misas del primer fin de semana de Cuaresma para la Pastoral de Adicciones. Al principio ese dinero se utilizó para levantar la Fazenda de la Esperanza (para jóvenes con adicciones) en El Cadillal. Ahora se necesitan no sólo dinero sino también talentos (especialmente de profesionales que donen dos o tres horas semanales) y tiempo (de voluntarios).
Barrios La Mago y Batalla
Mientras los chicos juegan al fútbol no se drogan
El padre Andrés Ortega (derecha) rodeado de los chicos de los barrios La Mago y Batalla (detrás del parque Guillermina). Con la ayuda de vecinos y de jóvenes voluntarios la Iglesia logró recuperar cuatro espacios para canchas de fútbol. Un vecino, Juan Núñez, presta su casa para que los chicos tomen la merienda.
Hay vida Bajo las tribunas del Autódromo del parque 9 de Julio
El Hogar de Cristo “Divino Maestro” acoge a jóvenes y adultos en situación de calle y de consumo. Funciona bajo las tribunas del autódromo del parque 9 de Julio, con apoyo de la Municipalidad. Allí comen, se bañan y lavan su ropa. Los atienden el padre Marcelo Durango junto a varios laicos.
HOGAR “LA MERCED”
Para personas de la calle y con adicciones
En Congreso 1.149, sede del Hogar de Cristo “Virgen de La Merced”, las personas sin techo encuentran una cama con sábanas limpias y un desayuno por la mañana. Cuenta con duchas, lavadero, comida, y funciona todas las noches de 20 a 7 de la mañana.
SANTÍSIMO SACRAMENTO
Talleres de deporte, música y arte para chicos
En el hogar de Cristo “Santísimo Sacramento”, de Amador Lucero y pasaje Cabildo, del barrio Victoria, los chicos tienen un espacio de contención y prevención todas las tardes. Aprenden deportes, música y arte. En la foto, el equipo del padre Fabián Nieva (centro).
NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN
Para jóvenes de Yerba Buena
En Charcas y Chubut, Yerba Buena, funciona el Hogar de Cristo Nuestra Señora del Carmen donde jóvenes con problemas de adicciones conversan, juegan al fútbol y plantean sus inquietudes. El espacio está coordinado por Romina Roda junto a varios voluntarios y a cargo está el padre Marcelo Durango.
«Los sacerdotes sentimos que siempre llegamos tarde»

“Frente a la droga los curas nos sentimos desbordados. Tenemos la sensación de que siempre llegamos tarde a todos lados”, lamenta el padre Andrés Ortega. Los sacerdotes empezaron a frecuentar los barrios de La Mago, Batalla y otros de las inmediaciones del parque Guillermina con la idea de conquistar a los adolescentes para alejarlos de la droga. Pero no llegaron a tiempo. “Los chicos ya estaban en otra, violentos, y hasta habían comenzado a trabajar con los dealers”, describe Ortega. Las actividades quedaron para los chicos de entre seis y 14 años. Con ellos se trabajó muy bien. En dos años se convirtieron en grandes animadores y entrenadores de la escuelita de fútbol y traen más chicos al grupo.

Atraer los niños no es fácil. “Nosotros podemos tener una actitud proactiva, pero necesitamos que la otra persona levante la mano, que acepte la propuesta, no podemos obligar ni imponer nada. Hay un mínimo de libertad que los chicos deben ejercer para alejarse de la droga. Por eso nos acercamos a ellos a través de merenderos y canchitas, que en realidad son una excusa para alejarlos de la tentación de la droga y de la violencia. Nos acercamos a los barrios para ofrecerles una opción de vida”, explica el padre Andrés.

A los religiosos les faltan manos para llevar sus propuestas a los barrios. Por eso llamaron a laicos consagrados y a monjas de los colegios religiosos, a todos los que quieran sumarse a esta bandera de defensa de la vida. “Necesitamos más gestos de heroicidad en nuestra sociedad”, afirma el padre.

Jorge Castro es uno de los profesores voluntarios que trabaja en la cancha del barrio Batalla. “Me siento feliz cuando los chicos me reciben gritando: ¡ahí viene el profe!”, dice desde una de las canchas.

El padre Andrés es optimista: “hay un lindo espíritu que está soplando en la Iglesia. El deporte es una fuente de paz, porque lleva a que la gente se conozca y aprenda a convivir y a aceptar las diferencias. El deporte previene las adicciones porque mientras los chicos juegan a la pelota no se drogan”.

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